Corría el año 1932. Comienzos de la Década Infame. En la ciudad de Rosario, desde el año 1872 el ejercicio de la prostitución estaba reglamentada. Numerosas ordenanzas se habían sucedido en el tiempo fijando las pautas que las casas de tolerancia debían cumplir para poder funcionar. Todo ello sin perjuicio de las innumerables “clandestinas” que funcionaron sin ningún tipo de habilitación ni control.
En ese marco, el Barrio Pichincha se constituyó en el epicentro de la prostitución en el Barrio. Esa historia ya es conocida y fue tratada en numerosos artículos de este sitio web. También es cierta la doble moral imperante en ese momento: Vecinos, funcionarios y políticos pronunciaban encendidos discursos o quejas en distintos foros, en la prensa, en actos públicos, en debates en el consejo deliberante o en cualquier mesa de café; mientras que a la noche frecuentaban esos burdeles.
Un muy joven Antonio Berni acababa de regresar de Europa. Por aquellos tiempos la pintura no era muy rentable: «Cuando volví, en la Argentina no existía un mercado de cuadros. No había cotización. Hablo del año ’33 o del ’34. Un cuadro sólo daba para cuatro o cinco comidas, y sin mucho vino», contó en una entrevista publicada en La Opinión Cultural el 10 de agosto de 1975. Sin embargo, se ganaba la vida. Había traído de Europa una cámara de fotos Leica, y a partir de ese momento, fue una importante herramienta de trabajo.
Por ese entonces, Rosario Gráfico era un diario independiente de la ciudad. Allí prestaba colaboraciones un muy joven Rodolfo Puiggrós, que a principios de los años 30 estaba alistado en el comunismo; mucho antes de ser un fiel militante y ensayista del peronismo. Puiggrós era muy amigo de Berni y le encargó una tarea: Tomar fotografías del interior de los prostíbulos que ilustrarían un artículo que estaba escribiendo.
La investigación debía ser hecha “de queruza”, clandestinamente. A nadie le hubiese venido en gracia ser fotografiado en esos lugares de mala muerte. Por eso, había que elegir los espacios que tuvieran la mejor luz natural. «Los mejores quilombos de Rosario estaban en la calle Pichincha; había de dos pesos, de tres pesos y de cinco pesos (…) Lo corriente es que fueran grandes patios que habían sido techados con vidrio, de modo que, de día, eran muy luminosos (…) el patio era como un gran bar o un café, con sus mesas y sillas; uno se sentaba ahí y enseguida venían las mujeres a proponer ir a la habitación; venían muy ligeramente vestidas, porque no podían estar desnudas: el reglamento no lo permitía.”1
«En aquella época era normal que hombres casados, con familia, fueran a los prostíbulos como si fueran cafés.” Con esa frase, Fernando García intuye que Berni era habitué de los lupanares, comenta en una entrevista a Infobae.2
Así, el joven Berni disimulaba la cámara (de grandes dimensiones en esas épocas) ocultándola debajo de la mesa, o camuflada sobre ella con ropas, o escondiéndola en un sombrero. No importaba demasiado la composición, el encuadre o foco. El objetivo era capturar la escena con la mayor naturalidad posible.
Únicamente tres fotos se publicaron en el Rosario Gráfico del 11 de febrero de 1932. El artículo, titulado “En la atmosfera infecta del burdel extingue su voluntad la juventud. Las ferias del placer y las hijas del pueblo” y fue firmado por Facundo, el seudónimo que Puiggros usaba en aquella época. Son de las pocas fotografías que se conocen de un prostíbulo rosarino de la época. Uno de los originales del diario se encuentra archivado en el Museo Histórico Julio Marc y no está en condiciones de ser trasladado.3
Rosario, la ciudad de los burdeles, trata de reprimir los deseos de sus habitantes, para calmarlos y sanearlos. Rosario es una gran represa. Pichincha se llama su válvula de escape. La moral de sacristía de nuestros burgueses requiere para descubrirse esa salida de la libido colectiva. Censúrase por un lado con mueca de sacro horror. Admítese, por el otro, con calculada tolerancia
Rosario Gráfico – 11 de febrero de 1932
Las tres fotografías acompañaban un relato moralizante y crítico del mundo de la prostitución, un discurso compacto, homogeneizante y las vistas iban en ese mismo sentido, aunque quizás —desde hoy— eran menos explosivas que los títulos de la propia nota. Anonimato de los lugares, público más bien escaso, pocas sillas y mesas instaladas a los costados de las salas, mujeres conversando con hombres, vestidas de calle, hombres con chambergos o gorras, de traje y corbata. La fotografía más osada mostraba una mujer en las faldas de un hombre, otra, una mujer parada, un hombre entrecruzando las piernas y sosteniéndose el rostro. A los concurrentes se los veía tan relajados que la propia languidez que destilaban las imágenes aún resulta abrumadora, afirmaba María Luisa Múgica en un artículo para el suplemento Señales del Diario La Capital.4
La muestra del Museo de la Cárcova.
Esas fotos permanecieron ocultas por mucho tiempo. En el año 2018, en el Museo de la Cárcova de Buenos Aires se realizó una muestra llamada Berni. Ramona y otras mujeres en las que se pudieron ver algunas de las fotos tomadas para la edición de Rosario Gráfico. Esas copias, de unos 50 x 40 cm que debieron ser restauradas, estaban firmadas por un mismo epígrafe “Burdeles de la calle Pichincha”. En ningún lado se detallaron los nombres de los prostíbulos, aunque se especula que uno de ellos podría haber sido el Levante (se alcanza a ver un cartel con ese nombre en una de las fotos), aunque otras fuentes aseguran que fueron tomadas en el Petit Trianon. En la edición N° 3 de la revista Barullo, su editor Horacio Vargas se lamentaba que esas imágenes no hayan sido montadas en una muestra en Rosario.5
La muestra del Museo de la Ciudad
El pasado 16 junio quedó inaugurada la muestra “Pichincha. Historia de la prostitución en Rosario, 1914-1932” del Museo de la Ciudad Wladimir Mikielievich. Uno de los principales atractivos de la muestra (abierta hasta el mes de marzo de 2023) son los algunas de las fotos tomadas por Berni en los prostíbulos de Rosario. “Las fotografías de Berni son un documento histórico y una obra de arte invaluable par la historia de Rosario” aseveraba Nicolás Charles, director del Museo de la ciudad para el portal RosarioNoticias.6 Comentaba Charles en el acto de inauguración de la muestra lo dificultoso que resultó obtener los derechos de exhibición. Hubo que negociarlas incluso en España, con la Fundación Antonio Berni en Madrid.
Las imágenes se destacan por su valor testimonial, pero más lo hacen por lo que pueden decir sobre la obra de Berni sobre la representación del mundo femenino, ya sea en el antecedente de esas trabajadoras sexuales en la creación del personaje Ramona Montiel, como en el modo en que aparecen las mujeres a lo largo de su producción, destaca La Capital. A partir de la década del 30, su cámara se convirtió en un instrumento de registro del entorno que alternaba con sus apuntes en lápiz, comenta Cecilia Rabossi. Agrega; “Este material fotográfico, sin duda, constituye un antecedente en el desarrollo del mundo de Ramona Montiel y sirvió, en 1980, como disparador concreto para la realización de una serie de dibujos en la que retoma el mundo de los prostíbulos.”7
En una entrevista publicada póstumamente por la revista La Maga Berni decía “Tenía mucho material porque yo continué por mi propio interés, la documentación de los prostíbulos y de muchas otras cosas más. Ramona Montiel viene un poco de ahí.
Referencias- Revista La Maga | Entervista de Rodolfo González Arzac para la edición especial dedicada a Rosario. 01 de mayo de 1997.[↩]
- Infobae | Berni, un fotógrafo en los prostíbulos[↩]
- La Capital | Antonio Berni, fotógrafo de prostíbulos en Pichincha[↩]
- María Luisa Múgica | Suplemento Señales del Diario La Capital – 10 de octubre de 2013[↩]
- Revista Barullo | Ramona Montiel en Pichincha. Edición Impresa N° 3[↩]
- RosarioNoticias | El Museo de la Ciudad inaugura una muestra sobre Pichincha[↩]
- Caras y Caretas | Berni y ellas[↩]