Pichincha
La ciudadela del Diablo
- Autor: Marcos Lautaro Aranda
- Género: Novela
- Editorial: Autores de Argentina
- Edición: Rústica – 21×15 cm – Tomo único
- Número de páginas: 240 páginas
- Año: 2023
- ISBN: 978-987-87-4611-1
Sinopsis
Historia basada entre los años 1930 al 1940, que narra la vida de tres jóvenes sumidos en organizaciones mafiosas las cuales eran las bases de la única posibilidad de llevar a cabo una vida digna, enfrentando la muerte, las traiciones y los malos hábitos. Sentimientos profundos de venganza, grandes pasiones, éxitos cercanos y victorias lejanas. Como también las mujeres y sus encantos, los hombres y sus debilidades.
Cuenta la historia de los hermanos Francisco y Andreano Piombino, dos adolescentes hijos de sicilianos, quienes lleno de privaciones, sobreviven a la vida en un conventillo del Barrio Pichincha. Ante la muerte de su padre, junto Santiago, también vecino de la pensión y los primos Cortés, conformarían un grupo inseparable que desde la juventud se abrirían camino, pistolas y navajas mediante, en el submundo del hampa hasta eclipsar a las organizaciones mafiosas establecidas en la ciudad. Abarca una disputa territorial por la venta de diarios en la Estación de Trenes Sunchales en la juventud hasta emboscadas y persecuciones automovilísticas a disparos de ametralladoras. Intrigas, incendios, complots, corrupción, prostitución y muerte son moneda corriente en la Ciudadela del Diablo.
Sobre el autor
Nació en Rosario, Argentina, en el año 1976. Se educó en dicha ciudad en la cual vive actualmente. Ha transitado su vida entre la actividad comercial y la gestión pública, sin dejar de desarrollar su pasión por la lectura y la escritura. Todo este recorrido lo ha llevado a cumplir su gran sueño de publicar su primera novela.
Relación con el barrio
La novela menciona lugares, personajes y hechos que remiten a la historia local del barrio. Entre los lugares se describen sitios reales, como el conventillo donde transcurre la adolescencia de los protagonistas; la Estación de Trenes Sunchales que se conforma como escenario de una disputa territorial por la venta de diarios y algunos sitios ficticios, como la mansión de Françoise, un burdel de exquisita reputación, ubicada en la Calle Suipacha entre Salta y Tucumán.
En cuanto a personajes, aunque es una novela de ficción, el lector puede asociar a personajes de la ficción con personajes reales. No falta la dueña del burdel más selecto del barrio, es imposible no imaginarla como la regenta del mítico Petit Trianon, y a Vicente, casero de los hermanos Piombino, como una suerte de Paisano Díaz en sus últimos días. La obra aporta a la historia local al destacar las tramas mafiosas y al permitir imaginarse la escenografía del Barrio Pichincha en su apogeo, la geografía de sus calles, su decoración típica y vivir el flagelo de la vida interna de los prostíbulos , ofreciendo una visión vívida de la época.
Aspectos destacados de la obra
De la opera prima de Aranda se destaca que pone el énfasis en las tramas mafiosas del barrio y la ciudad. Si bien la vida prostibularia de los años 30 cobra protagonismo en la obra, no conforma la temática principal como suele ocurrir en las historias de ficción inspiradas en el barrio. Aquí, la mafia, las disputas de poder, la venganza y la guerra de pandillas se abren paso transportándonos a escenas dignas a lo que la historia denominó como la Chicago Argentina.
A través de las abundantes descripciones, podemos imaginarnos la escenografía del Barrio Pichincha en su apogeo, la geografía de sus calles, su decoración típica. Podemos imaginarnos la vida en los conventillos o vivir el flagelo de la vida interna de los prostíbulos.
Crítica
Es una novela atrapante. Fácil de leer. Sus 54 capítulos son cortos se tornan amenos logrando que el lector avance sin sentir pesadez. Tiene el balance justo entre relato cronológico de sucesos y descripciones de escenas. Sin olvidar que se trata de una novela de ficción, por momentos la novela incurre en un dramatismo que puede resultar exagerado o poco verosímil, especialmente en escenas donde la intensidad emocional o la violencia parecen buscar un impacto mayor al necesario.
Hay un excelente dominio del pulso del suspenso y la acción. La riqueza visual de las descripciones permite que el lector se sienta dentro de la escena, como si recorriera las calles del barrio, frecuentara la mansión de Françoise o debatiera planes de acción en la casa parroquial. Aranda logra que los espacios sean casi personajes.
El desarrollo de los protagonistas —los hermanos Piombino y su círculo cercano— está bien logrado. Crecemos con ellos, entendemos sus carencias, sus ambiciones, sus contradicciones. La novela invita a empatizar y, por momentos, a sufrir y desear venganza junto a ellos.
Breve fragmento
A cuatro cuadras de distancia del conventillo, sobre la Calle Suipacha entre Salta y Tucumán, del lado de los números pares, apartada y de discreta fachada se encontraba la casa de visitas “la mansión de Franҫoise”. Burdel de exquisita reputación entre los que lo frecuentaban. Su vida se alimentaba con los deseos sexuales de los hombre durante el transcurso de as noches, desde las nacientes estrellas de los días martes, hasta los primeros cabellos de sol de los días domingo. Sin interrupciones a la hora de embolsar el cobro de las exigentes tareas que los placeres del infierno demandaban. Su sala de té, cálida, elegante y sutilmente traviesa, situada detrás de un iluminado zaguán de alfombra roja y perfume francés, cumplía la delicada misión de recibir a cada uno de los sedientos del sueño carnal, haciendo que el deseo por pasar al salón de baile camuflado sobre el lado izquierdo de la sala de té, detrás de unas elegantes cortinas de brocado color carmesí, fuera mas intenso en cada caricia. Sus pisos delicadamente trabajados en parqué de finísima madera traída de la selva negra alemana, encerados con el circular de figuras frescas, perfectas, dibujadas por la cerda del pincel del Dios más exigente, desnudaban las intenciones de las presas que ingresaban y se entregaban a los soberbios espejos suspendidos como jueces sobre las paredes celosas.
— Capítulo 23 (páginas 93 y 94).
Diferentes tragos, monerías y más de lo pretendido, servidos por el danzar de escotes pronunciados al compás de tangos, tocados por orquestas invitadas, hacían del ambiente un lugar magnífico. Se aseguraba lo prohibido como garantía de la casa… Sobre la derecha de la sala de té, una escalera de madera, esmerada y reluciente, trabajada en pinotea americana por artesanos rosarinos, invitaba a degustar en las habitaciones del primer piso los cuerpos desnudos de las hermosas mujeres que trabajaban en la mansión. Jóvenes y bellas como el abrir de un pimpollo de rosa. Dueña del burdel mas selecto del barrio Pichincha, madame Franҫoise se presentaba en cada anochecer con sus treinta y cinco años de edad generosos en belleza, soberanía y arrogancia. Su piel blanca como nieve resaltaba sus cabellos negros azabache, largos hasta sus caderas bien pronunciadas y difíciles de describir ante la fuerza de su caminar señalando la firma presencia de una hembra en el ambiente (…).
