Alberto Olmedo – Su vida en el barrio

Alberto Olmedo y su vida en el barrio
Repaso por los primeros pasos del Negro Olmedo en el Barrio.

Ya hace un buen tiempo comentábamos el currículum artístico del Negro Alberto Olmedo;  uno de los próceres que el Barrio Pichincha le dio al mundo. Hoy nos toca contar su niñez y juventud en el barrio, sus primeros pasos en la actuación hasta convertirse en lo que es.

Éramos tan pobres… Su vida en el barrio.

Olmedo nació el 24 de agosto de 1933 en una casa ubicada en Callao 73 bis; en el corazón del Barrio Sunchales (así se lo conocía al barrio por ese entonces). En ésas épocas ya comenzaba a languidecer la ciudad de los burdeles, producto de las batidas policiales y del cambio de paradigmas en la política local en materia de prostitución que se consolidaría con la sanción de la Ley 12.331.

Gran parte de su infancia la vivió en un pequeño conventillo de calle Tucumán 2765. Compartía una pequeña pieza con su madre (Matilde) y sus dos hermanos menores. Las instalaciones eran muy austeras: una pequeña cocina, un patio con pérgola y un baño compartido en el fondo. Su abuelo era el dueño del cine Echesortu (Mendoza y Castellanos) y se dice que de él heredó su  galantería y “aires de dandy”.

Sin embargo, vivó mucho tiempo en la casa de una tía que lo crió más que la madre, relata Osvaldo Martínez. Cuando tenía entre 7 y 9 años, su madre dejaba a Olmedo en casa de Salvador Lianza (Salta 3061) para poder ir a trabajar. En ese edificio  (hoy declarado de Valor Histórico) olmedo pasó largas horas de su infancia y entabló una entrañable amistad con Osvaldo (hijo de Salvador) y Víctor Sinito (primo de Osvaldo). De hecho, más de una vez Olmedo frecuentaba la casa de Víctor, y se fascinaba con los fideos con salsa y albóndigas que hacía su madre.

Comer o dormir en lo de sus amigos para darle más espacio a su madre y sus hermanitos, formarían parte de una etapa algo nómade de su juventud, derivada de las privaciones que supo sobrellevar con humor y de un modo que enriqueció tanto su personalidad.

Eran tan pobres… Sin embargo, esas carencias nunca se notaron en grupo de amigos. Si había que viajar en tranvía o poner para comer algo en bar, cada uno aportaba lo que podía y se repartía en partes iguales. Nunca pidó, nunca se aprovechó, y siempre trató de vestirse bien.

Los estudios primarios los hizo en la Escuela Juan Francisco Seguí de Riccheri 350; aunque la dejó un tiempo antes de empezar el último año. Se comentaba que era algo vago, pero en la escuela le iba bien. Terminó la primaria en el año 1948 en la Escuela Almafuerte (Salta 2558) ante la insistencia de sus amigos.

En ésa época, Pichincha estaba en decadencia, pero aún daba miedo. Siendo niños, estaba totalmente prohibido cruzar la calle Salta. De aquel lado, todavía se ejercía la prostitución y pasaban cosas pesadas. Se cuenta que en la Iglesia Inmaculada Concepción (Riccheri 280) el Negro tomó su primer comunión, así como la segunda, la tercera y cuarta; «hasta que el trajecito el quedó chico» cuenta Osvaldo Martínez, uno de sus amigos. Porque «a los que tomaban la comunión la iglesia les daba chocolate con facturas y entonces él volvía y volvía a tomar la comunión».

Siempre llega el momento en la vida de un hombre en el que hay que trabajar para poder colaborar con los gastos de la casa. Y al Negro Olmedo, le tocó prematuramente. A los años, empezó como repartidor de carne para una carnicería de Pichincha. Por la tarde repartía pan para la panadería de Carlín (Tucumán casi Callao). Su primer trabajo serio fue en la imprenta Sudilovsky y Calderón de calle Dorrego entre Mendoza y San Luis; aunque ese trabajo también culminaría abruptamente por quedarse dormido en una placita cuando tenía que hacer un reparto. Se puede decir que desde esa época, empezó a despuntar la veta artística actoral.  «Se las fue rebuscando para abrirse camino en lo que le gustaba, hacer acrobacias en Newell’s, bailar y actuar en el Centro Asturiano o sumarse a la claque y aprovechar todas las oportunidades de subirse al escenario en La Comedia».

Sin dudas, la vida de barrio le dejó cientos de anécdotas que sus amigos se encarga de referescar. Osvaldo Martinez, uno de sus colegas de acrobacia, cuenta «Subíamos al tapial de la antigua Cervecería Schlau y cuando llegaban los trenes cargados de sandías agarrábamos una cada uno, nos comíamos el corazón, y del resto elegíamos los pedazos más grandes y los poníamos boca abajo para patinar en las vías» O también se escabullían a fumar a la Estación de Trenes Francesa (actualmente la Terminal de Omnibus). Alguna que otra noche se infiltraban en el Teatro Casino o se divertían en los carnavales del Parque Independencia en los años del eterno Rey Momo; Alfonso Alonso Aragón.

Y si no me tienen fe… Primeros pasos actorales

Olmedo supo formar parte de un gran grupo de amigos, a los que homenajeó a través de alguno de sus personajes y recordándolos hasta los últimos días de su vida.

Alberto Olmedo, a sus 15 años formó parte de un grupo de gimnasia plástica (acrobacia) en el Club Atlético Newell’s Old Boys. Fue el momento en el que consolidó amistad “para siempre”. Las prácticas eran los lunes, miércoles y viernes por la noche. La reunión era en el bar el Aviador de Salta esquina Suipacha. Entre las 20 y las 20:15, mientras sonaba el Glostora Tango Club en la radio, la banda se juntaba. Al terminar el programa, se encaraba a pata hacia el club, salvo que se pudiera juntar las los diez centavos que costaba el boleto de tranvía. A la vuelta, se paraba en la lechería de Ovidio Lagos y Mendoza a comer pizza con «leche de botellón» Empezó a hacerse un lugar en el grupo de acrobacias y fue incorporando nuevos elementos; como por ejemplo la fonomímica; que se le encargaba al negro entre cambios de ropa.

Tiempo más tarde empezó el teatro sólo para conocer chicas lindas: Cuenta la anécdota que Nora Gasparini, del equipo de patín del club, y les dijo algo así: «En el Centro Asturiano hay un conjunto muy lindo y quieren incorporar sketchs y bailes, a ustedes les puede gustar… Por ejemplo el 9 de julio tenemos que hacer pericón nacional, no hay muchachos y no queremos vestir chicas de muchachos». Ante los primeros gestos de duda, esta amiga del grupo agregó: «No saben la cantidad de chicas que hay, chicas lindas…». Eso fue suficiente para que tanto Olmedo como Chiquito Reyes se anotaran en lo que sería la Troupe Juvenil Asturiana del Centro Asturiano. La misma Nora Gasparini recuerda que –cuando ya fue famoso- en muchas actuaciones se lo vio hacer movimientos de baile español aprendidos en el Asturiano. Con su típico humor hacía descostillar de risa tanto en el escenario como en reuniones sociales y familiares.

Ya formando parte de la Troupe Juvenil Asturiana conoce a Salvador Naón (más conocido como Chita) que era el encargado de la claque del Teatro La Comedia y lo invita a formar parte de la misma. Para los que no estén familiarizado con el término, la claque es un grupo de personas que asisten a un espectáculo con la única misión de aplaudir en determinado momento para arrancar la ovación del resto de los asistentes y en contraprestación pueden presenciar gratis el espectáculo. Olmedo aprovechaba esas oportunidades para codearse con actores y bailarines conocidos a quienes le pedía que le enseñe algunos pasos, así nomás, porque lo sentía, no porque  quisiera transformarse en un gran bailarín.

Si lo vamo’ a hacer, lo vamo’ a hacer bien… El despegue

Integrado ya al ambiente teatral, Olmedo actuó en un papel secundario de Romerías Españolas, una compañía que se presentó durante varias semanas en La Comedia. Tuvo entonces una linda  amistad con Pancho Guerrero, director artístico del espectáculo, quien lo incentivó para ir a Buenos Aires. Poco después tomó la decisión de ir a probar suerte.

Un invierno de 1954, luego de una fabada asturiana organizado por el Centro Asturiano, fue su despedida. Al día siguiente saldría el tren para Buenos Aires y lo depositaría en el la casa de su amigo Pancho Guerrero, que lo incorporaría como tiracables y switcher en el recién creado Canal 7. El resto, es historia relatada en otro artículo.

¡De acá! El recuerdo y homenaje permanente

El Negro llegó a filmar 44 películas en 30 años de carrera. Es innegable que su popularidad traspasó generaciones. Creó una inmensa galería de personajes llevando a la improvisación y la rebeldía a seguir libretos a sus máximos niveles. Pero siempre tuvo los pies en el barrio. Cada tanto regresaba a «cargar pilas» y a encontrarse con sus amigos de toda la vida. Solíam juntarse en el restaurant Nuevo América (Córdoba y Alvear), a recordar anécdotas, picardías e historias del pasado. Es más, sus mismos amigos se encargan de aclarar que «el Negro era el menos cómico del grupo».

Esa costumbre permaneció incluso después de su muerte, hasta el año 2013 (cuando hubiese cumplido 80 años). Cada 05 de marzo (aniversario de su muerte) y cada 24 de agosto (cumpleaños) la barra se juntaba en la Iglesia Inmaculada Concepción para una misa y luego a comer al Nuevo América a recordarlo; sin llanto, sino a pasarla bien, reírse junto con un amigo que ya no está.

El negro homenajeó la amistad incluso en su vida artística. Quienes viven en Rosario lo sepan; pero muchos ignorarán que Chiquito Reyes, además de ser un personaje cornudo, era uno de los amigos de acrobacia con mucha facha y bastante mujeriego. Osvaldo Martinez, personificado por el Facha Martel en sus sketch era otro de los amigos de acrobacia que se casó y se mantuvo fiel a su mujer. Rogelio Roldan, además de un personaje; era un rosarino de nacimiento pero marplatense por adopción que conoció a Olmedo de grande haciendo temporada. Al contrario que el personaje, era un triunfador que empezó de abajo. Roldan –paradójicamente- era el dueño de la funeraria donde fueron velados los restos de Olmedo tras su trágico fallecimiento en 1988.

Nuestro barrio es un homenaje a su figura. Cabe recordad que desde el año 1993, la ordenanza municipal 5718/93 designa con el nombre de «Alberto Olmedo» al barrio delimitado por las calles Iriondo, Córdoba, Bv. Oroño, Av. Rivadavia y Av. Aristóbulo del Valle; es decir al Barrio Pichincha o Sunchalez, se llame Alberto Olmedo formalmente. Con sólo recorrer sus calles, podemos ver homenajes en innumerables comercios. El bar Rucucu, la tienda Piluso, la Esquina del Negro son ya tradicionales paisajes del barrio.

Y como si fuera poco, por iniciativa de Dante Taparelli y ejecución de la artista plástica y periodista Carmita Battle, el 27 de abril de 2007 fue inaugurada en Rivadavia y Pueyrredón una estatua de bronce en tamaño real que muestra a Alberto Olmedo en un banco de plaza, con la relajada actitud que él adoptaba durante los sketchs de «Álvarez y Borges»

Fuente:

Gran parte de este artículo fue basado en la publicación «El Negro Olmedo» con textos de Santiago Igarzabal publicado por el ETUR.

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